Desde donde se posan las águilas
Desde donde se yerguen los tigres
El sol es invocado
Como un escudo que baja
Así se va poniendo el sol
en Me-xíhc-co esta cayendo la noche
la guerra me rodea por todas partes
Se acerca la guerra
Orgullosa de sí misma
Se levanta la ciudad de Me-xíhc-ko – Tenochtitlan
Aquí nadie teme a la muerte en la guerra
Esta es nuestra gloria
Este es tu manto
¡Oh dador de la vida!
Tenedlo presente, oh príncipes
No lo olvidéis
¿Quién podrá sitiar a Tenochtitlan?
¿Quién podrá conmover los cimientos del cielo?
Con nuestras flechas
Con nuestros escudos
Esta existiendo la ciudad
¡Me-xíhc-ko – Tenochtitlan subsiste!
Así cantaron los Aztecas el poderío y esplendor de su ciudad, la cual llego a ser motivo de asombro para propios y extraños. No obstante, aquel justificado orgullo Azteca hubo de transformarse en amargura frente a los acontecimientos que, tiempo atrás ya había anunciado las misteriosas profecías de los dioses; según estas la gloria del mundo Azteca sé eclipsaría tan rápidamente como surgiera un día en el pasado, al punto de extinguirse y surgiera nueva y renovada un día en un futuro muy lejano.
El 13 de Agosto de 1521 fue la caida de Cem Anahuac Yollotli Tenochtitlan en 1521 a manos de muchos pueblos de México liderados por un pirata Español impulsado por la codicia y respaldado en una religión.
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